Arte
Diatribas y disquisiciones impertinentes sobre el arte
Dime qué es el arte y te diré quién eres
La palabra arte en español y en otros idiomas europeos sirve para designar numerosas obras y habilidades, humanas generalmente realizadas con maestría o destrezas, por ejemplo, artes marciales, arte médico, artes de pesca, el arte de vivir, el arte de ser uno mismo, etc. En este sentido se le reconoce al ejecutante o creador la habilidad, el talento y la experiencia pero en muy raras ocasiones se les llama artistas.
Esta misma palabra sirve para designar una tarea creativa con connotación semántica diferente. Las obras resultantes para que puedan clasificarse dentro de esta acepción deben ser singulares y no repetirse. También se le exige que sean provocadoras de emociones en el espectador por lo que tienen un propósito estético. Son realizadas por personas con fina sensibilidad y con habilidades dentro de lo que hacen y suelen llamarse artistas. A este es al arte que nos estaremos refiriendo de aquí en adelante en este documento.
Los lectores han oído decir que el arte tiene un propósito estético y también comunicativo pero esto merece una discusión:
Toda obra del hombre, desde el amor hasta la guerra, tiene necesariamente un propósito estético. Este es subyacente al fundamental en la obra no artística: un médico se preocupa y garantiza cierta belleza en su consultorio, su vestimenta, su rostro y cabeza para garantizar una empatía con sus pacientes, poniendo en buen camino el "arte médico". También las "artes marciales" se caracterizan por su belleza en la armonía y ritmo de sus ejecuciones. Pero nadie llama al médico o al karateca artistas, salvo en sentido figurado.
Absolutamente toda actividad social es también comunicativa. La estética y la comunicación son categorías omnipresentes en el accionar humano y no pueden faltar en la actividad artística. Pero en el arte el contenido estético es la esencia, la razón de ser, luego entonces el artista se comunica estéticamente con sus espectadores..
La comunicación en el arte es como en cualquier otra actividad por lo que su importancia dentro de esta discusión no es su existencia sino sus cualidades. Se trata de que toda interacción humana se realiza a través de códigos que elabora el emisor, que en nuestro caso es el artista. En la obra crean premisas engendradoras de emociones, algo especiales, que llamamos estéticas porque de alguna manera producen deleite y son buenas para el goce del espectador. Sin embargo, debiéramos considerar que la obra como tal es el producto del artista y el espectador unidos por el código, de tal manera que si no hay decodificación no hay obra de arte sino un artefacto muerto.
Como cualquiera otro código, el. artístico debe estar colocado en un soporte material, ya sea un lienzo, un bloque de piedra o una nube pero no se puede confundir artefacto con obra artística, independientemente de que el artista puede valorar variantes materiales para elaborar su código estético.
Independientemente de la exigencia de singularidad (el carácter único de la obra) la cocreación continúa siendo arte siempre que dé lugar a la originalidad, en otras palabras un producto nuevo. Las artes interpretativas son engendradoras de cocreaciones en su esencia.
En algunos artes, lo que se multiplica esencialmente es el soporte, como en el cine. En la artesanía se multiplica la obra por eso esta última deja de considerarse dentro de este concepto a partir de ahí. El teatro es interpretativo y el libreto es obra única en la dimensión literaria, multiplicándose las interpretaciones, en la puesta en escena, con diversidad de actores y otros elementos que es donde estamos en la obra interpretada. Es un fenómeno cocreativo por naturaleza que no quita la singularidad de la obra para el dramaturgo. No se trata de una burda y vulgar repetición sino una creativa edición.
La música tiene la singularidad de que el interprete puede ser en ocasiones especiales también el espectador, cuando el ejecutante toca una obra en un instrumento musical para su propio deleite en la soledad o cuando colocada en un soporte la escucha.. El músico y los actores no son necesariamente los autores de las obras que interpreten pero como cocreadores en cada interpretación recrean la obra y pueden dar nuevas emociones. Por eso son artistas, de lo contrario serían autómatas como las máquinas reproductoras de música.
Cualquier obra al ser guardada, al carecer de espectadores, es solo la conservación del artefacto. Por más valor monetario que tenga una obra, digamos una pintura, cuando se guarda por los coleccionistas para manipular los precios, es mientras tanto solamente un artefacto y no obra de arte, al carecer de espectadores. El valor pecuniario de la obra artística es independiente de su valor estético. No son las bolsas ni los tasadores quienes valoran la obra en su esencia artística porque los procesos estéticos y mercantiles son cosas diferentes. Es el espectador quien da el valor estético en el proceso de decodificación. Este proceso se llama justamente apreciación.
La apreciación multitudinaria y populista de una obra de arte tampoco significa que tenga valores perdurables porque en la decodificación pueden darse circunstancias locales y temporales que sean de muy corta duración. Para lo único que generalmente sirve la popularidad del artista es para vivir del arte y no para vivir para el arte. En esas circunstancias de demanda popular puede suceder que sea vea obligado a una superproducción donde deje de poner el alma personal para complacer a grupos. Entonces estamos hablando de entretenimiento masivo, como el coliseo romano, que no era deporte ni arte la lucha de los gladiadores, sino entretenimiento criminal.
Desafortunadamente existe el populismo artístico impuesto por la comercialización por las modas en ese campo. Algunas obras pueden tener un valor monetario inflado porque complacen a ciertos grupos populares sin que esto garantice un valor estético apreciable y sostenible en el tiempo.
La ciencia y otras manifestaciones de la conciencia social humana se encaminan a crear códigos comprensibles lógicamente mientras que los códigos artísticos son necesariamente polisemánticos y carecen de interpretación unívocas. Las experiencias emocionales de varios espectadores pueden ser diferentes en un mismo espacio y momento social. La multiplicidad de la obra por su esencia emocional es parte constituyente del arte. El crítico de arte juega una labor social importante al promover la obra pero si se ciñe a su interpretación personal puede estar castrando la polisemia de la propuesta.
¿En qué categoría de artista me pongo si soy saltimbanqui?
Para evitar confusiones y poder situar al arte en un sistema conceptual categórico los eruditos tuvieron que desarrollar sistemas de ideas. Esta tarea comienza desde la antigüedad, donde los griegos son una referencia para el mundo occidental. La estética, la teoría del arte y la historia del arte se encargan de estudiar el fenómeno artístico desde diferentes posiciones. Sus desarrolladores no son necesariamente artistas sino científicos o filósofos. Por otra parte si creyéramos que los únicos capaces de comprender esta manifestaciones de la cultura son sus creadores estéticos entonces ¿para qué tener en cuenta a los espectadores que son los que la aprecian?
Una de las causas para el surgimiento de estas especialidades teóricas sobre la creatividad estética fue la proliferación de obras de diferentes contenidos que pretendían ser arte y de hecho muchas lo eran, aunque novedosas o apartas de los cánones conocidos.
A pesar de la temprana teorización sobre el producto artístico hasta hace relativamente poco tiempo había muchas contradicciones acerca de qué se debía considerar arte. Proliferaban los arbitrios clasistas y elitistas que dejaban fuera por momento y en diferentes espacios geográficos a temas tan reconocidos hoy como las canciones populares o la novelística. Se trataba casi siempre de reconocer el arte de las castas dejando fuera a lo que las masas populares hacían para el goce del pueblo bajo. Aun después de la llegada del capitalismo, en Inglaterra por ejemplo, estas ideas perduraban en los estetas de la élite.
Definitivamente este escritor que se presenta modestamente ante ustedes está por considerar al arte como código estético que toma vida cuando el espectador lo percibe y decodifica. De esta manera, algo abstracta, dejamos fuera a las perversas posiciones elitistas quedando abierta la proposición para toda creatividad. También nos abrimos al uso de los diferentes canales sensoriales (gusto, tacto, olfato, vista y oído) con los cuales el artista puede trabajar los códigos estéticos y ponerse en comunicación con el espectador.
El hecho de que los canales visuales y auditivos sean los más explotados obedece a razones de nuestra cultura como humanos y a el estado actual de la evolución de este campo más que a las posibilidades creativas y a la inagotable fuente de emociones intrínsecas en nuestra constitución biológica. La cinematografía y el teatro impactan en lo visual y lo sonoro. El cine no tuvo voz y música propia hasta que la tecnología no se lo permitió. Supongo que el teatro y la cinematografía con ayuda de la tecnología y de la voluntad creativa de los artistas puedan tener muy pronto los aspectos olfativos, táctiles y gustativos, si fuera necesario para la obra. El arte viene de la fantasía humana y la imaginación es el único producto del intelecto que no tiene límites.
Cuando el arte culinario dejando de ser un conjunto de recetas e instrucciones incursiona en la creación artística podemos tener un producto visual, gustativo, olfativo, táctil ¿y por qué no, sonoro? Imagínese a un chef que acercándose a la mesa de unos recién casados, que están de viaje de boda en otro país, presentándole un plato cuyo aroma lo hace soñar, con unos coloridos que aluden a algún motivo nacional, como sorpresa exclusiva a sus clientes, que además siendo mariscos al comerlo le recuerdan una fruta de su país y que son crujientes al masticarlos produciendo un gracioso sonido. Sin duda esto sí es arte culinario en el sentido estético de la palabra aunque la obra sea efímera.
Quizás los ciegos necesiten más artistas haciendo obras plásticas para ellos. Su tacto se desarrolla mucho para poder compensar su falta de visión. Pero estas mismas obras las podemos disfrutar nosotros con pañuelos en los ojos como jugando a la gallinita ciega. Hay muchas telas por donde cortar. El tacto no es un canal donde se haya experimentado bastante en la creación artística. El olfato ha sido explotado por la perfumería pero no necesariamente dentro de los límites estéticos para considerarse obras de arte estrictamente hablando. Quizás sean las mujeres enamoradas las que nos presenten a menudo obras efímeras cuando se visten, se arreglan y se perfuman para codificar emociones supramaximales en el hombre que quieren conquistar. Ya sé que hay por ahí un lector sonriendo pero hay otro incómodo porque quiere considerar como obra de arte solamente las excelsas pinturas que salen de sus habilidades singulares.
La revolución estética apenas comienza, quedan muchos caminos por recorrer. De hito en hito y enfrentándose por los caminos a las mentes pétreas de la mediocridad avanzarán los artistas en un arcoíris de creaciones cuyo colorido nunca se había visto.
Será necesario revisar conceptos y la aparición de nuevos materiales y tecnologías, pero el arte no se parará en sus sueños de sorprender al hombre. Las fuentes de inspiración son la vida, la naturaleza, las contradiciones humanas y todo lo que se pueda amarse u odiarse. Aunque algunos energúmenos quieran borrar la humanidad de la faz de la tierra apretando el botón nuclear es exuberantemente bella. Hasta ahora los conceptos no han dado en el clavo y es porque realmente nunca el genio de Aladino estuvo encerrado en una lámpara. Pero tampoco debemos culpar a los estetas y demás teóricos porque hagan un esfuerzo por reducir a razonamiento lógico lo bello y lo sublime.
De esta manera podemos tener en cuenta las clasificaciones sin considerar que sean cánones absolutos y divinos. En la categorización de época tan importante, como el renacimiento, entraban cosas que hoy no se consideran dentro de esta categoría. Quizás eso motivó a Charles Butteaux a lanzar el concepto de bellas artes el cual ha seguido evolucionando en los más de dos siglos siguientes. Hoy se consideran dentro de este concepto la arquitectura, la danza, la escultura, la música, la pintura, la literatura y el cine. Y yo protesto porque el camarón encantado de mi chef para que sea bella arte tendría que llamarse escultura culinaria.
Recientemente Eugenio Trías ha clasificado las artes en tres categorías que dan lugar a tres subcategorías:
1. Artes estáticas o espaciales que incluyen la triada arquitectura, pintura y escultura.
2. Artes mixtas en la cual encontramos el cine, el teatro y la ópera.
3. Artes dinámicas donde se colocan la música, la danza y la literatura.
El final del siglo XX nos sorprendió con un consenso de clasificación que se quedó con nueve categorías sin poder llega a la necesidad decimal que algunos esperaban pero que guarda igualdad con el número de musas:
1. Arquitectura.
2. Escultura.
3. Artes visuales, que incluyen la pintura y el dibujo.
4. Música.
5. Literatura, que incluye la poesía.
6. Artes escénicas, con inclusión del teatro, el mimo y el circo.
7. Cinematografía.
8. Fotografía.
9. Historieta.
Hay un grupo de pensadores que no dejan fuera de las clasificaciones de arte las siguientes categorías: la gastronomía, la perfumería, la televisión, la moda, la publicidad, y los videojuegos. Yo me pregunto, si tenemos a la televisión como una categoría del arte ¿por qué no la radio y el ciberespacio? Esto no tendría fin.
Desde el principio del siglo XIX aparece el término artes plásticas dentro de las bellas artes para referirse a la pintura, la escultura, el dibujo, la arquitectura, el grabado, la cerámica, la orfebrería, la artesanía y la pintura mural.
El término artes visuales nos sorprende en el siglo XX debido a que aparecen nuevas manifestaciones con familiaridad con las artes plásticas pero sin necesidad de modificar el material como el ready-made. El término es abarcador e incluye a todas lo pictórico de anteriores intentos taxonómicos.
Los términos no cesan de aparecer porque no cesa la creatividad artística humana. No hace muchos años fue necesario añadir arte digital. Por supuesto que se refiere solamente a cuando la computadora es realmente usada por las manos del hombre para crear obras de artes visuales o sonoras. En fin, es que no tiene fin la clasificación.
Arte por arte o arte por política
El asunto del contenido del arte, más allá de los códigos estéticos creativos que use el autor, es algo que muchos estetas dejan pasar por lo candente que pueden resultar los discursos contrapuestos. Es un espacio en el que se toma partido o se evade definitivamente. La disyuntiva avanza alrededor de que si el artista es sincero consigo mismo o complace conscientemente a determinados grupos. En un mar social sonde se desempeña el creador el problema adquiere importancia en cualquier perorata estética. Aunque someramente, en este espacio no se va a eludir el asunto.
Por una parte están los que se acogieron al la propuesta de arte por arte que partiendo de Emmanuel Kant en su Crítica del juicio y pasando por la expresión inglesa "art for art's sake (atribuida a Edgar Allan Poe) y a la francesa "l'art pour l'art" (Atribuida a Victor Cousin y a Benjamin Constant de Rebecque) y luego Theophile Gautier quien la usó como lema del parnasianismo, para sugerir que no hay conexión entre arte y moralidad. Por la otra parte están los que propusieron que en el arte hay una obligación moral que no se puede evitar y el artista adquiere compromisos sociales. Este partido pasaría sin más pena y gloria si no fuera porque esa "obligación moral" fue para estos estetas un compromiso político con ciertas formas de gobierno.
En la posición de obligatoriedad moral se destacaron los soviéticos y los alemanes del nacional socialismo. Los primeros llegaron a proponer y obligar a los creadores a seguir unos lineamientos estrictos sugeridos por su corriente oficial llamada realismo socialista. Ambos desde su estética calificaban con términos incisivos cualquier desviación de la línea estatal. De esta manera eran rechazados no solamente los que se acogían al eslogan arte por arte, sino a los que iban mucho más al centro, quienes eran llamados artistas burgueses o degenerados. Tiempos hubo que las consecuencias podían ser la cárcel si se salían de los cánones.
No creemos en ninguna regla que viole el derecho del artista a libertad plena del hombre. El creador artístico es un ser humano como todos los demás. Tiene procesos fisiológicos que terminan en deshechos y realiza prácticas encaminadas a la reproducción. Gran parte de ellos tienen hijos a los cuales han de alimentar. Por ese mismo camino nos encontramos que tengan preferencias políticas o que no las tengan, lo cual es menos probable. Es imposible reducir al artista a la enajenación de un oficialismo creativo o la separación tajante del individuo creativo del resto de la vida cultural de la comunidad.
Como el lector puede ver se trata por una parte de la falta de libertad debido a convertir la estética en algo parecido a una doctrina religiosa que es el extremos extremísimo que proponía el arte por el arte. Por la otra parte hay que diferenciar entre una obra por encargo y una doctrina estética oficial de un partido político en el poder que obliga que todas las obras tengan que pasar por un filtro, de manera que exista la censura ideológica que desencadena en una esclavitud generalizada del arte ¡Puaff, que asco!
El asunto desde la obra de arte en relación con la política, la religión y otras manifestaciones masivas de la conciencia social no es si el artista apoye con su obra a este o aquel partido o grupo, a esta o aquella corriente religiosa, sino que la obra de arte trascienda horizontalmente a diferentes contextos y siga siendo arte. El artista puede estar comprometido o no con lo que quiera estar, pero no debe estar obligado. La obra que crea no puede sustituir al sermón religioso o al discurso del líder en la tribuna, salvo que se trate de un sermón artístico o de una pieza oratoria.
Creo que un himno creado por un cristiano protestante, para alabar a Dios, puede emocionar a un católico si de verdad es una obra de arte. El himno nacional que nació en los fragores de la guerra independentista puede ser bello a los oídos de los hijos de la madre patria pasado el tiempo en que la paz sobrevino. Las pinturas de la Capilla Sixtina no es bella por servir al catolicismo sino por los valores universales que codificó el famoso pintor. Lo que no tiene calidad artística es incapaz de trascender esa frontera.
Cuando el artista crea sus obras tratando de codificar un mensaje estrecho, dirigido absolutamente para un grupo o pequeño espacio sociológico, también está perdiendo la oportunidad de lograr lo sublime en la obra. Se trata entonces de una esclavitud escogida por el propio creador. Derecho tiene, pero limita su alcance.
Pero yo no trato de poner reglas absolutas en el arte, porque no las hay. Nos inclinamos a creer que la creación artística es y debe ser siempre un símbolo de libertad, irreconciliable con lo peor del hombre. No se puede exigir al artista militancia aquí o allá, que no sea la que emane de su conciencia y libre albedrío. Los parámetros y responsabilidades estrictas están bien para un candidato a gobierno. El arte florece con mayores posibilidades allí donde haya democracia porque permite que el artista desencadene la creatividad desde su yo interno y lo extraordinario fluya. El temor a la represalia puede dar obras de arte, pero es el principal motivo de limitación creativa también.
Por ese mismo camino nos encontramos que es muy difícil realizar obras por encargo, si el que la propone se inmiscuye en el proceso creativo. Nadie debiera dejar que le socaven la dignidad creativa de tal forma. La tarea difícil del encargo algunos la han pasado obteniendo la victoria de crear hermosos símbolos, sin caer en los estereotipos y más bien creando códigos abiertos.
La tiranía sobre el arte es la más dura de las tiranías, sabiendo que el arte aunque proyectado hacia la comunidad es una de las cosas más personales e íntimas. Lo contestatario en su afán de ser respuesta política puede caer en el estereotipo simplista y perder los valores que lo alejen de la mediocridad. El hecho de que el artista pertenece a un grupo político que pretende tomar el poder o derrocar a alguien no le da ningún valor agregado al artista, que no sea el que se desprende de su talento y se manifiesta en sus obras. La obra que dice directamente pero no sugiere solo puede ser útil para los que están en el fragor del combate, pero queda estancada en el tiempo, pudiendo trascender como documento histórico o folklórico pero no como arte.
Cuando el estado dicta el estilo que debe seguir el proceso estético se encarcela la originalidad y es el fin del arte. Un artista que no es él mismo deja de ser un baluarte de de sorpresas y de ejemplo a seguir para convertirse en engranaje lubricado de los que pretenden llevar la espiritualidad de las comunidades a tabla raza. En algunos espacios geográficos esto se ha logrado.