22. El Encomendero Pánfilo le comunica a Jesús Almansa su deseo de casarse
Ese primer día evaluó su difícil tarea e hizo un plan. Tenía una gran Biblia pero en latín y lo que había que enseñar a sus discípulos era castellano cuya lengua conocía bien. Había sido monaguillo y luego un fiel colaborador de la parroquia de su pueblo. Los sacerdotes lo respetaban y esta Biblia fue un regalo, casi un hurto, de un cura que lo quería mucho. No era fácil en aquellos tiempos tener un monumento como éste. Y aunque era un libro de mano que algún monje escribió con mucho amor tenía la ventaja de soportar la intemperie con mayor facilidad que los libros de moldes o impresos que ya medio siglo atrás habían surgido en España. Pensó que debía traducir al castellano aquel documento. Al no tener papel ni tinta creyó que bien podía valerse de sus conocimientos para fabricarlos.
Jesús se proponía ir formando lectores según fueran comprendiendo el castellano y estos serían sus ayudantes u oficiales de la iglesia. Era un hombre que pensaba en grande y cada sueño se lo representaba mentalmente, a todo color, como una sucesión de etapas. Estaba dispuesto a luchar por este ideal que había rápidamente elaborado. Recordó a España y su familia pero su principal preocupación eran los indios. Era el primer día en la tribu y estaba en estas meditaciones en su hamaca del bohío que los indios le habían concedido cuando lo interrumpió Pánfilo que dormitaba a su lado:
-Esta semana tomaré por mujer a alguna india libre. Usted como autoridad de la iglesia nos casará.
Por más que Jesús Almansa había calado a su compañero de aventura esto lo dejó totalmente asombrado. Como si no hubiera comprendido nada le preguntó:
-¿Tiene usted una novia entre esta gente?
-Hombre, ni falta que hace. Para esta gente somos como si viniéramos del cielo. Basta que yo escoja a una que me guste y con su bendición será mi mujer.
-Lo que acabo de entender es que las muchachas solteras estarían muy dichosas de casarse con un español y que según la costumbre de aquí cualquiera que usted escogiera aceptaría casarse inmediatamente con usted.
-Así es Jesús y posiblemente las otras estarían envidiosas de ella ¿Por qué no escoge usted mañana también una esposa? Aquí no hay mujeres de nuestro país que no estén comprometidas. Muchos de los nuestros se han casado con indias. Ya hay bastante niños mestizos.
-Le soy sincero. Me gustaría encontrar a una mujer para casarme pero no puedo entender como alguien puede llegar a formar una pareja sin que el amor esté primero.
-Ya está usted complicando las cosas con sus escrituras -dijo Pánfilo- el matrimonio es para no estar solo, para tener hijos y para que la mujer le haga la comida y le lave la ropa.
A pesar de que Jesús no era un hombre apegado a la alcurnia, y que de él emanaba la sencillez hasta por los poros, sintió un rechazo grande hacia aquel sujeto y pensó que esa conducta podía ser algo común entre la gente sin clase. Llegado a esta conclusión nada tenía que preguntarle y cerró los ojos dispuesto a dormir para continuar su propio proyecto al otro día.